sábado, 1 de noviembre de 2008

El Área Funcional de El Bierzo

Examinando las indicaciones dadas por las DOT en este área, primera que analizamos, se percibe que ha existido mucho más empeño en la redacción de las directrices esenciales, las que afectan a la Comunidad considerada como conjunto, que en las de las áreas funcionales. La extensión y profundidad de análisis es mucho menor que la dedicada a la visión general. Eso se traduce en que el mapa que acompaña el texto no pasa de ser la reproducción de un trozo del que cierra las directrices esenciales, ampliado y sin leyenda. Mapa, además, sin explicación y sin evaluación del impacto efectivo o potencial de las infraestructuras que en él se exponen.
El problema de este documento, con el que la Junta no ha querido comprometerse, es que se pierde en obviedades. Por ejemplo, proponer “el aprovechamiento de los recursos y oportunidades existentes en el territorio, diseñando estrategias específicas para los ámbitos menos desarrollados que se integren con los procesos de transformación de las zonas más pobladas” no deja de ser lo que habría que hacer en cualquier parte si no queremos que ésta que se despueble. La vaguedad de la exposición, que no baja al detalle, pone en tela de juicio su voluntad real para aportar algo. Afirmaciones de ese tenor abundan por todo el documento. Así mismo, el diagnóstico sobre el sistema urbano no parece correcto. El subsitema de ciudades de El Bierzo se compone de Villafranca del Bierzo (4.000 habs), Ponferrada conurbación (80.000), Cacabelos (5.000) -que no es integrable en la conurbación, como se dice en las DOT, porque no hay continuidad del poblamiento ni es probable que llegue a haberla-, Fabero-Vega de Espinareda (6.000?), Toreno (4.000), Bembibre (10.000) y Torre del Bierzo (3.000). El resto de poblaciones son menores que éstas, por lo que sus posibilidades de constituirse en pequeñas ciudades son remotas. Queda, por tanto, en duda la clasificación de los núcleos que las DOT hacen.
La sugerencia que vamos a realizar pasa por las siguientes prioridades en esta zona:
-Corredores interiores: comunicar todos los núcleos comentados entre sí, con una red de carreteras de calidad mucho mejor que la actual. Son prioritarios la comunicación Fabero-Vega de Espinareda, para consolidar una posible conurbación (rivalidades aparte), y Berlanga-Fresnedo, para sacar del aislamiento a estos dos ayuntamientos, que están gravemente afectados por la reconversión minera. Si no se actúa pronto allí ,la masa de población podría descender hasta umbrales críticos, que alejarían la consideración de ciudad de estas zonas. No es éste un lujo que nos podamos permitir. La conexión de Toreno y Bembibre también es importante, aunque no tanto como la anterior.
-Corredores interáreas: mejorar las comunicaciones con Villablino es importante, pero no tan urgente como desdoblar la carretera de Valdeorras. Se debería realizar hasta El Barco en primera instancia, y, después, hasta Monforte de Lemos. Ésta es la vía con más potencial para ir creando un eje industrial, frente a la N-VI, que sigue un trazado ineficiente y disparatado para estos fines. La línea Ponferrada-El Barco-Quiroga-Monforte tiene notables potencialidades, ya que está bastante poblada, presenta una economía diversificada entre los tres sectores productivos y dispone de cierto número de núcleos grandes y próximos. El hándicap de construir los accesos a Galicia por otras zonas, a la sazón despobladas, ha supuesto la pérdida de unas sinergias enormes en aras de una decisión estrictamente política. Es hora de subsanar esa barbaridad. El resto de corredores están desdoblados como autovías y es poco lo que se debería invertir en ellos. Bembibre y Torre han de aprovechar el impulso de la autovía para llenar sus polígonos industriales y actuar como puentes hacia Astorga y hacia el subsistema de ciudades leonés oriental.
-Actuaciones urbanas: es necesario convertir los núcleos descritos en auténticas ciudades.La consolidación de un centro urbano en el que se fije la oferta comercial, la jerarquización en barrios, la construcción de, al menos, un polígono industrial por núcleo para especializar el uso del suelo y la mejora estética de los cascos urbanos no debe aguardar más tiempo. Si suman, observarán que 112.000 de los 130.000 bercianos viven en estos centros. El impacto de estas acciones sobre los ocho centros alcanzaría a una inmensa mayoría de la población.
-Servicios: es necesario que cada uno de estos centros ofrezca servicios suficientes a su entorno más próximo. Esto permitirá mantener una ocupación matricial del territorio, es decir, ocupar casi todo, para así aprovechar sus recursos.
-Zonas marginales: Fornela, Ancares, la cuenca del Selmo, Valdueza, el alto Boeza, Ribas del Sil, la cuenca del Barjas y la del Noceda deben disponer de una buena carretera que comunique el corazón de esas zonas con el tronco principal de comunicaciones más próximo. El tratamiento del entorno natural y del patrimonio etnográfico ha de ser exquisito en esos enclaves.
Sobre la estructura que ha dado a El Bierzo el documento de la Junta hay algo que añadir. Su distribución, poco elaborada, no se adecúa a una buena gestión pública. La conurbación de Ponferrada tiene grandes problemas por resolver y debería ser un área funcional por sí sola. De lo contrario absorberá toda la atención de la Junta, que se olvidará del resto de la comarca. Ese resto se compone, de una parte, de la cuenca del Boeza, que debería ser también un área funcional, con cabecera en Bembibre, y, de otra, de tres zonas. La primera sería Ribas del Sil con cabecera en Toreno. La segunda agruparía Ancares, Fornela y Vega de Espinareda, con cabecera en Fabero. La tercera sería otro área funcional con cabecera en Villafranca, que abarcaría todo lo que queda.
Se puede argumentar que son zonas pequeñas, pero no lo son más en población que ciertas áreas funcionales de otras provincias. Tampoco creemos que se trate de echar carreras a nadie, sino de garantizar la eficacia de unos servicios y la potenciación de la zona en su conjunto.
Para no ser prolijos evitaremos por ahora entrar a un análisis y propuesta de la futura especialización productiva de la comarca. En cualquier caso, reconocer sus estructuras es un primer paso, y adaptar el modelo administrativo a las mismas es el segundo.

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