viernes, 7 de noviembre de 2008

Pallarés: La Incógnita

Asistimos estos días a lo que puede ser el final de un largo periodo de incertidumbre sobre cuál podría ser el destino de los almacenes Pallarés. La trayectoria de este inmueble ha dejado al descubierto las carencias de unos políticos provinciales que han demostrado dos debilidades: la primera, no tener claros sus objetivos al frente de las instituciones que dirigen y, en segundo lugar, no mostrar un alto compromiso con esta tierra. Han puesto, en fin, en tela de juicio un sistema de poder que prima la política sobre la gestión.
Pallarés fue comprado por la Diputación Provincial para ser el referente de la política cultural de la institución en la provincia. Sin embargo, no era lógico que la Excelentísima se gastase cuatrocientos millones de los de entonces en un edificio que estaba en la capital e iba a ser usado, sobre todo, por sus vecinos. El presupuesto de cultura ha de atender prioritariamente a la provincia. Ese primer paso fue tan inadecuado a los fines de nuestra Diputación como adecuado -vaya en descargo de Turiel- era construir la pista del aeropuerto de La Virgen -acción que luego derivó en la consecución de la actual instalación civil-. Posteriormente se produce la habilitación del almacén como centro cultural que revierte, por encima de otras poblaciones, en la capital de la provincia, en la que deja tanto sus beneficios formativos como económicos. Incomprensiblemente no se invirtió en una sola réplica de Pallarés en Ponferrada, en Villablino o en Cistierna, por ejemplo. Luego comienzan las obras para transformar Pallarés en ... nadie sabe en qué, pero alcanzan un coste que rebasa con largueza los mil millones de pesetas. El suspenso de la actividad debe haber generado contablemente unos costes financieros, puesto que se trata de un recurso inactivo, costes que, al día de hoy, nadie calcula. La indecisión sobre el destino final del recinto ha hecho especular sobre el proyecto un día sí y otro también. No ha existido unanimidad entre los grupos políticos para empujar hacia un determinado fin este singular espacio. Pallarés se ha convertido en el objeto de la frivolidad política más lamentable al que los leoneses hayamos podido asistir últimamente.
Ahora parece que, al fin, se ha encontrado un uso lógico, el mejor para un edificio que garantiza el éxito como espacio expositivo: el Museo de la Provincia de León. ¿Será Pallarés diez veces inaugurado y otras tantas paralizado? ¿Alumbraremos de una santa vez el Museo Provincial que nos deben hace más de cien años? Esperemos que, por una vez, asistamos a la unanimidad de los partidos en torno a los intereses de esta tierra.

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