viernes, 14 de noviembre de 2008

Presupuestos de Juguete

Está de actualidad la discusión sobre los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año. Los portavoces del gobierno y de la oposición se desgañitan explicando las bondades y las perversiones de una previsión que, cada año, se convierte en fuente de disputa política. Se habla y se escribe de los presupuestos como si en ellos se reflejase la única y estricta verdad sobre el empleo de los recursos del Estado. Sin embargo, los leoneses venimos observando cómo cada nuevo presupuesto describe unas partidas que, terminado el año, no se han aplicado. Mientras tanto, otros capítulos del gasto, en Barcelona, por ejemplo, han visto cumplido e incluso aumentado el volumen de dinero recibido sin que por ello se desmelenen los mismos que antes discutían sin descanso sobre un texto que es, como su propio nombre indica, un supuesto. Uno de los ejemplos palmarios de este singular fenómeno político es la previsión de inversiones para el Museo de León, que, año tras año, aparece bien tratado en los papeles -unos mil quinientos millones de pesetas-, aunque, al terminar el año, descubramos que de lo dicho, nada. ¿Dónde habrán ido a parar?
Esto me lleva a pensar que el presupuesto, una herramienta de gestión administrativa de primer orden, elemento imprescindible para evitar la desviación de los dineros y la pérdida de los objetivos marcados para el periodo de previsión, es utilizado de forma sectaria. Los presupuestos se convierten en una especie de Espasa -por su volumen- electoral que permite a los partidos políticos discutir sobre la relación entre el culo y las témporas, entreteniendo así al respetable, que, asombrado, ve cómo, año tras año, el gobierno de turno hace lo que le viene en gana, o casi. Además, como los caudales se gastan en cualquier caso, a unos les va tocando más y a otros menos. Los leoneses no vemos hacer una obra extrapresupuestaria hace mucho tiempo y, sin embargo, son muchas las presupuestadas que no se realizan. En definitiva, a cuenta del presupuesto nos engañan.
Viene esto a cuento porque los Presupuestos Generales del Estado tienen carácter de ley y su espíritu es bien diferente a cuanto hemos expuesto hasta aquí. Por otra parte son la herramienta de gestión imprescindible para convertir las cuentas del reino en un ejemplo de buen hacer. En consecuencia, me pregunto yo, ¿qué clase de perversión legislativa hace de la ley más extensa aprobada cada año un juguete en manos de los partidos gobernantes? ¿Qué clase de administradores tenemos si se muestran incapaces de seguir su aplicación y desarrollo a pesar de la maraña de altos y medios cargos que abarrotan los despachos y pasillos de nuestras sufridas instituciones públicas?

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