viernes, 14 de diciembre de 2007

El Libro de Ruta

La semana pasada nos extendíamos sobre la transformación que ha sufrido la estructura administrativa de España. Ese tránsito desde un esquema centralizado hasta otro territorializado ha transcurrido para alcanzar un estatus en el que el gobierno central sólo retiene ya las competencias de defensa, justicia, asuntos exteriores, obras públicas de interés general, política fiscal y financiera, gestión de puertos y aeropuertos, policía y poco más que la coordinación en el resto de materias.

Esta circunstancia tiene una influencia decisiva sobre la reivindicación leonesista, que tamiza tan poderosamente la política de esta Provincia. Hay que tener presente que una mayoría de los leoneses están a favor de la segregación autonómica de León. Todos los afines a la UPL, una porción importante del PSOE -especialmente los estratos más jóvenes- y buena parte del PP apoyarían la constitución de un ente autonómico leonés. La diferencia entre ellos reside en que antepongan o no al leonesismo su lealtad a la jerarquía vallisoletana del partido. En consecuencia, la reflexión sobre cómo ha de trazarse el camino hacia la autonomía es un debate vivo en la sociedad leonesa.

Dado que en 1990, por ejemplo, el número e importancia de las competencias transferidas a las autonomías eran escasos, solicitar la Autonomía de León, sin más, tenía sentido. La tramitación hubiese resultado sencilla porque era poco el andamiaje administrativo que había que disgregar. Sin embargo en 2005 la situación es radicalmente diferente. Con el abultado paquete de transferencias gestionadas por la Junta la separación en dos estructuras administrativas será una labor más compleja. Por esta razón el leonesismo de todos los partidos debería abrir un debate sobre las posibles vías por las que se puede instrumentar el autogobierno.

Por un camino se podría hablar de la devolución de las provincias de la región leonesa al régimen común. No obstante, parece inadecuado, puesto que incluso las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla han avanzado en el proceso transferencial. Por ello probablemente resulta poco realista contemplar la reversión a la situación preautonómica, aunque sería lo más conveniente para los intereses de León.

Por la otra vía se podría iniciar la creación de un ente preautonómico leonés –llámese diputación regional, concejo regional, etc- en el seno de la Junta, pero asistido por el Gobierno Central. El proceso se vería bombardeado continuamente, con el consiguiente enlentecimiento, pero vendría a permitir diversos grados de colaboración con los castellanos según la conveniencia de ambas partes, ventaja ésta respecto a otros territorios que debería ser sopesada.

De esta manera se abre un diálogo que aparece como un factor más de maduración de la sociedad leonesa.

2 comentarios:

Alfonso Mielgo dijo...

La hoja de ruta podría comenzar por Arán... estamos en eleciones y todo es posible... a ver por dónde sale ZP (me imagino que por la tangente, como siempre)

Cisastur dijo...

En cualquier caso hay que partir del hecho de la autonomía. No se puede recurrir a enrrocarse en el 83 porque eso ya es pasado.
Las reglas del juego son otras y hay que conocerlas bien, aunque los derechos históricos siguen ahí.
De ZP no hay que esperar iniciativa alguna al respecto. Es reactivo, no proactivo. Si no aprecia un respaldo social capaz de condicionar el futuro político de León no moverá un dedo.
No olvides que no es un líder, sino un hombre de aparato y se va a atener a aquello que dicte la prospectiva de la urna.