miércoles, 21 de enero de 2009

Poblamiento, Leyes y Sensibilidad Autonómica (1996)

No hace mucho tiempo se ha empezado a hablar, por parte de los políticos autonómicos, de la necesidad de aumentar el tamaño medio de los municipios de Castilla y de León. Para ello se pretende redactar una ley, con criterio uniformador, que obligue a aglutinar entidades municipales menores hasta alcanzar los 5.000 habitantes. Tal deseo podría ser materializado tras la celebración de las pasadas elecciones autonómicas, aún cuando ninguna referencia se hizo al mismo durante la campaña.
Por el momento los leoneses apenas hemos escuchado protesta alguna de nuestros representantes. Podríamos deducir por ello que a la mayoría les da igual, puesto que -como pasaré a explicar- es difícil que a alguien le pueda parecer una medida positiva.
Como todos sabemos, es costumbre en esta Comunidad Autónoma, más extensa que Portugal, que las leyes “regionales” sean lo menos regionales posible. Así, la misma “ley X” sirve para su aplicación uniforme en Segovia -provincia de estructura económica y social bastante homogénea y peculiar- y para Burgos, multicultural, heterogénea y bastante diferenciada de la anterior. Con esos antecedentes y los propósitos, nunca totalmente explícitos, de nuestro Gobierno Autonómico se pretende hacer desde un plan de ganadería porcina igual para todos hasta un plan general de carreteras. Éste último, redactado en 1992, premia a los despoblados del sur castellano y castiga a los centros urbanos del área leonesa. En el caso de la ganadería porcina, mejor no entrar porque tanto da Zamora (que produce sobre todo lechones) como Segovia (que produce abundantes cebones) o Palencia, que apenas sostiene unos miles de cabezas. Podría exponer otros muchos ejemplos, pero estos me parecen suficientemente explicativos.
La última pretensión, como decía, de los políticos del Castillo de Fuensaldaña consiste en que los municipios se agrupen hasta alcanzar un mínimo de 5.000 habitantes “para evitar la ineficacia en las inversiones y reducir gastos innecesarios”. A poco que el amable lector conozca las distintas regiones socioculturales que conforman esta Comunidad Autónoma (hasta nueve, compartidas con otras autonomías según algunos etnólogos) se dará cuenta de que dicha ley está pensada con la mirada puesta en las zonas centrales: Tierra de Campos y la llanura carpetana (las Tierras de Pinares). Lo que en el segundo caso es un proceso de racionalización a partir de aglomerar núcleos rurales de gran dimensión, en el caso de León se convierte en un maremagnum por las razones que paso a exponer. De hecho, la traducción práctica que esa concepción municipal tiene para León es radicalmente diferente a la que pueda tener, por ejemplo, en el Ayllón por la idiosincrasia de la zona.
La Provincia de León se encuentra en su mayor parte inserta en el grupo de culturas de aldea, es decir, de núcleos de población inferiores a 100 vecinos como media. Dicha característica, el tamaño medio de los núcleos de poblamiento, es intrínseca a cada tipología cultural y cualquier persona con conocimientos de organización del territorio debe saberlo. Así Galicia, con algo más del doble de superficie que nuestra Provincia, ronda los 30.000 núcleos, contando la nuestra con unos 1.400, muchos más, a su vez, que los existentes en las regiones de la llanura mesetaria (unos pocos cientos). La diferenciación cultural que esta distribución implica es evidente.
El hecho de que esta cuestión, previa a cualquier otra consideración al redactar un borrador de ley, se ignore desde una administración que se arroga el adjetivo de “regional” es ya, en sí mismo, significativo y grave. Pero que los propios representantes políticos de León no se hagan escuchar ante este plan pasa ya a lo catalogable de barbaridad. ¿Se imaginan lo que podría significar que varias comarcas leonesas completas, con gran número de núcleos -caso de Omaña, Babia, o los Argüellos- , de pequeños centros de población, se viesen unificadas en un solo ayuntamiento?. ¿Se imaginan la dificultad de gestión que, para cualquiera de nuestros alcaldes supondría actuar sobre municipios de cincuenta y tantos núcleos o más?. ¿Se imaginan el nivel de desigualdad en el trato, la falta de adaptación a las condiciones locales, el abandono a que se sometería a ciertos núcleos, o la inaccesibilidad de unos munícipes agobiados por los problemas de cada entidad local?.
Modelos de poblamiento más atomizados que el de León son los de caserío, ligados a las áreas costeras del norte. ¿Se ha consultado sobre el proceder en este aspecto legal en Galicia por ejemplo? ¿Y con Asturias? ¿Se han medido sus repercusiones en varios escenarios? Me temo que no. Valladolid está lejos física y mentalmente de León; ¡cuánto no lo estará de Asturias!
León, al día de hoy, parece seguir sin voz efectiva en Fuensaldaña, ya que sólo un partido minoritario, el regionalista, se ha referido tangencialmente a este importante proyecto legislativo. En esta crucial cuestión no parecen estar representados el norte de Palencia y Burgos o el sur de Salamanca, realidades culturales estructuradas como la descrita.
Un atropello de este calibre, una ley adaptada a los grandes poblamientos agrícolas de secano de las llanuras mesetarias, una ley aplicada a entornos radicalmente diferentes a aquéllos para los que es pensada, tiene repercusiones sobre todos los aspectos de la vida en nuestros pueblos. Condiciona el futuro económico de nuestra Provincia Leonesa y se constituye, en conjunto, como una de las agresiones más importantes contra lo leonés por lo que ha tenido y tiene de ideológico, y de económico hasta niveles elementales en la actual configuración autonómica. Un aspecto de este tipo atenta contra la viabilidad de la vida rural y de la supervivencia de nuestra área cultural.
Analizar el voto autonómico por encima de lo estrictamente ideológico va a ser el mayor reto planteado a los leoneses tras estas recientes elecciones.
Por último, a la vista de las importantes implicaciones que una ley como ésta u otras que puedan venir tienen para nuestra región es necesario preguntarse: ¿qué proyecto tienen para León los diferentes partidos políticos? Y si la respuesta fuese ambigua, quede en el aire otro interrogante: ¿tienen de verdad todos los partidos un proyecto para León?

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