jueves, 22 de enero de 2009

Política, Aeropuerto y Autovía (1996)

Ha sido prudente esperar a que el tráfago de las elecciones locales pasase a fin de extendernos sobre ciertas obras de crucial interés para nuestra tierra. Obras que, expuestas, como lo han sido, a la corrosión del clientelismo electoral, han sufrido un deterioro de imagen peligroso. Deterioro muy preocupante a los ojos de los que, lejos de las preocupaciones inmediatas de un quítate allá esos votos, hacemos un seguimiento estrecho de los factores clave para el desarrollo de la provincia leonesa.
Uno de esos factores, que se consideran críticos en política estratégica, es el transporte aéreo. Hemos presenciado cómo en estas elecciones el aeropuerto de la Virgen del Camino, el único posible para nuestra región, se convirtió en bandera de lucha electoral para algunos políticos. No hay por qué dudar de la buena intención de ninguno de ellos, pero no es menos cierto que se recomienda no jugar con las cosas de comer. Dicha recomendación viene a cuento porque la comida con la que se juega es fácil que termine estropeada. Algo así podría ocurrir con el aeropuerto de León.
Cierto es que dicha obra es fruto del empeño de una institución. Empeño necesario ante la total pasividad e incluso contrariedad del resto de instituciones políticas en estas elecciones. Sin embargo, se ha echado de menos que el mismo encomiable apremio que ha existido en garantizar la construcción de la primera fase, existiese en garantizar, igualmente, la segunda. Y dicha actitud no se ha producido porque cuando un partido esgrime un proyecto, necesario por encima de ideologías, como un arma política se corre el peligro de desvirtuarlo. Y ese desenfoque puede llegar a traducirse en que el otro partido (¿importa cuál?) recoja el guante del desafío y, si sale triunfante de la batalla electoral, entierre bajo siete llaves el mentado proyecto, sea éste imprescindible o no.
El mismo razonamiento es perfectamente aplicable a la Autovía León-Burgos que, de forma inexplicable, se intenta rentabilizar electoralmente una y otra vez sin que exista un solo centímetro de asfalto construido en dicha obra. Quizá, cuando estas infraestructuras se terminen definitivamente, hayan sido inauguradas y festejadas ochenta y dos veces, por decir una cifra, sin que la más elemental racionalidad haya hecho presencia en los patrones de conducta de quienes tanto inauguran en periodo electoral.
Este escrito, realizado antes del día 28 con la intención de que sea publicado después, pretende hacer una llamada a la responsabilidad de todos los políticos para lograr dos cuestiones:
-Que no se pueda volver a producir una utilización electoral excesiva en obras de las que, en buena medida, depende el futuro bien común de León y los leoneses.
-Que el proyecto de aeropuerto civil de la Virgen del Camino y el de la Autovía León-Burgos, sea quien sea a estas horas el ganador de las elecciones locales, se hagan realidad en el plazo más corto posible.
Ambas condiciones servirían como demostración de que los electores aún podemos votar a grupos que están por encima de las cosas pequeñas; a personas que saben distinguir entre lo que es sustantivo y lo que es, sencillamente, accesorio y prescindible; por tanto, a ciudadanos que saben lo que es útil y utilizable sin tapujos en unas elecciones y lo que es sagrado, necesario e irrenunciable para el país por encima de una fatua batalla electoral.
Sólo de esta manera recuperaremos esa parte de confianza en el sistema que una campaña plagada de improperios, abusos del reglamento de elecciones y consignas fútiles nos ha robado. En definitiva, para que nadie pueda añadir tras la afirmación “he votado” la coletilla “a pesar de todo”.

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