sábado, 23 de febrero de 2008

Cavilaciones Municipales

Si entretenido había estado el ruedo político leonés a cuenta de la reconstitución de la UPL tras el ya famoso congreso de Astorga, más lo puede estar a partir de ahora. El escenario resultante afecta principalmente a lo que pueda pasar en el Ayuntamiento de León, y podría influir en los de Villaquilambre, Cistierna y Astorga. Por esta razón el comportamiento de Francisco Fernández con sus socios de gobierno va a tener una proyección política inusual. Los próximos meses el alcalde capitalino tendrá que desplegar su habilidad, de la que depende la conservación del cetro de la ciudad de León, símbolo de los nuevos tiempos del Presidente Zapatero.

En los últimos episodios del culebrón leonesista observamos la apelación a un debate de verdulería de Soto -en el que llama “cobarde” a su compañero de grupo y portavoz municipal en un medio- y el repliegue posterior de su jefe, con lo que ambos quedaron en evidencia. Se pudo comprobar que la terna Chamorro-Herrero-Otero no quiso entrar en ese lodazal dialéctico. Así, con la fractura del grupo municipal consumada, los defrancisquistas quedaban en una posición de debilidad negociadora sin precedentes. Por ejemplo, en los órganos de su partido apenas significan nada, pues se autoexcluyeron al no comparecer en el congreso. Casi nadie de la militancia ideológica parece apoyar al grupúsculo disidente.

Después de haber cerrado otra vía de escape al criticar a Mario Amilivia y mostrar explícitamente la aversión personal que profesa por él, de Francisco tampoco podría ya negociar acuerdo alguno con el PP. Por ello un desencuentro con el PSOE le dejaría fuera del equipo de gobierno municipal, en tierra de nadie. En esta coyuntura el sublevado ha quedado con poco margen de maniobra.

Por otro lado, el grupo leal de la UPL en el consistorio, constituido por Chamorro, Cabezas y Valderas, acumula en sí más poder del que nunca hubiesen imaginado sus miembros. Rotas las ataduras con el defrancisquismo, los leonesistas no se deben a nadie. Lo mismo podrían votar con el PP que con el PSOE, con lo que habrían recuperado la iniciativa política. Es con ellos con quien Fernández tendrá que contar a partir de ahora si no quiere verse desalojado de la alcaldía. Veremos en las próximas semanas si el grupo que encabeza Chamorro da la talla para hacer valer su fuerza en el Ayuntamiento de León y para mostrar eficazmente sus logros al electorado.

Asistimos, por tanto, a un momento de grandes retos para los concejales y, en especial, para los cuatro cabezas de grupo: Francisco Fernández, Javier Chamorro, Mario Amilivia y José María R. De Francisco. Será ilustrativo ver quiénes aguantan mejor la presión, quiénes gestionan más acertadamente la crisis y, finalmente, quiénes salen triunfantes de este difícil trance.

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