jueves, 28 de febrero de 2008

De Legitimidades y Economías

Coincidiendo con el nombramiento de Miguel Alejo como Delegado del Gobierno ha tenido lugar cierto desasosiego en el gobierno autonómico. Alejo hizo un comentario reconociendo la legitimidad de los que reivindican la segregación de León para formar una autonomía propia. Como consecuencia, se ha podido leer y escuchar comentarios con cierto aire de escándalo. La reacción de un leonés ante esto es, probablemente, el asombro.

Se ponen aquí de manifiesto varias cuestiones que merecen una reflexión. La primera es que un tema presente habitualmente en las conversaciones de casi todos los leoneses de cualquier credo político es la inoportunidad y el perjuicio que la integración de León en esta Autonomía ha supuesto para nuestros intereses. En la mente de una mayoría está que en cuanto exista una oportunidad política para la segregación habrá que aprovecharla, sea con la ayuda del PP, del PSOE o de la UPL. Casi nadie en León que no tenga relación de beneficio económico directa o indirecta con la Junta defiende el actual estatus territorial.

La segunda cuestión que se pone de manifiesto es el desconocimiento de este estado de cosas en Valladolid, lo que indica una notoria desconexión de la sociedad pucelana respecto a la leonesa. Eso no hace sino remarcar más la necesidad de una solución porque difícilmente se puede administrar con acierto aquello que se desconoce.

Por otra parte, la posición de los que defienden a ultranza la actual configuración territorial tendría sentido si, al menos, los resultados económicos así lo avalasen. Sin embargo los datos de empleo, como los que ha hecho públicos recientemente el INE, son demoledores. Castilla y León es la autonomía que más activos pierde, con Extremadura, respecto a igual periodo del año pasado. Además es la única comunidad autónoma que destruye puestos de trabajo. Por añadidura, de las diez peores provincias en tasa de actividad dos son castellanas y otras dos, las últimas, leonesas.

El presunto motor económico de la autonomía, Valladolid, emplea el veinte por ciento de su población ocupada –unas cuarenta mil personas- en la administración pública, y al menos otro tanto en la actividad inducida por aquélla, ya que casi todos los suministros de bienes y servicios se contratan en allí.

Ante eso, que se ha mostrado como un problema estructural, sólo se puede pedir ya mesura y reflexión. Es necesario otro planteamiento, en el que se ponga la administración al servicio del progreso económico, de la voluntad de las personas y de las regiones. La afirmación de Alejo es atinada no sólo por ser legítimo hablar de la autonomía de León, sino porque va siendo hora de dialogar con naturalidad sobre los problemas reales que están llevando a esta entidad a una situación económica insostenible.

No hay comentarios: