martes, 12 de febrero de 2008

León y la Innovación

Cada cierto tiempo el campo se ve aquejado de incertidumbres. La última, referida al cultivo de la remolacha azucarera, podría dejar amplias zonas de España baldías, ya que sus campos, se dice, no son aptos para otros cultivos rentables. En el caso de León, un territorio en el que la agricultura y la ganadería subsisten en simbiosis, el impacto de los cambios podría ser menor. Sin embargo es necesario asumir que el ciclo agrícola de nuestro país ha cambiado. Por ello, León debería poner su capital intelectual a trabajar en la elaboración de nuevos proyectos en los que reinvertir los recursos. En aras de la rentabilidad se habría de buscar alternativas que diferenciasen las producciones leonesas de las de otros lugares tanto como sea posible. Para ello se deberían utilizar medios que escaseen en el resto de la Península. Uno de ellos es el agua.

Con el agua se pueden realizar multitud de actividades de alto valor dirigidas a extensos mercados. Por ejemplo, en un momento en que la producción de pescado en los caladeros y las aguas dulces está en franco descenso, su producción programada puede ser una actividad ventajosa para nuestra economía rural.

Si examinamos las condiciones que reúne León veremos que tal propuesta, aparentemente descabellada, no lo es tanto. Esta tierra interior despliega unos recursos hídricos excepcionales. Dispone además de una red de canales y acequias para desplazar masas importantes de agua a distintas zonas sin réplica en el resto del país. Por añadidura existe experiencia en la fabricación de acequias, embalses, impermeabilizaciones y canales. A ello se suma la existencia de unas zonas relativamente llanas y extensas, lo que permitiría la explotación acuícola fuera de los cauces fluviales con relativa facilidad. Con estas premisas se podría trabajar incluso en condiciones de salinidad con especies marinas en balsas estancas.

El “saber hacer” acuícola tiene sus bases en el numeroso grupo de piscifactores que ya existen en León. Además, la Universidad ha trabajado en la cría de truchas, cangrejos y ranas, es decir, ya reúne un cierto conocimiento de las técnicas de producción.

Por otra parte, el problema de los residuos es relevante en la piscicultura. En la Facultad de Biológicas ya se ha trabajado en aspectos de depuración que ahora podrían ser ampliados. En cuanto a los potenciales problemas con la manipulación de las salmueras, la cercanía al mar y algunas soluciones de la microbiología podrían dar viabilidad a esta propuesta.

Por último, no es la intención de esta columna encontrar la “purga de Benito” para nuestros males. Se trata de tomar conciencia de que la senda del progreso ha de discurrir por la innovación y la complejidad. Tenemos muchos medios y es tiempo de utilizarlos con rigor, sistemática y esfuerzo.

2 comentarios:

Alfonso Mielgo dijo...

Que se lo digan a "La Balinesa", en el Páramo, aunque sólo sea envasando...

También se pueden estudiar las posibilidades de otros pescados de río además de la trucha: salmón (antes de los embalses, podían remontar desde el mar), tencas,...

Nadie explota recetas diferentes o sus posibles usos industriales, o sus cualidades nutritivas, o las organolépticas... y ahí sí que tenemos una ventaja competitiva

Cisastur dijo...

Estamos importando pescados de río de Asia que todo el mundo piensa que son de mar. La panga es un buen ejemplo.
Hay un montón de oportunidades para hacer de este recurso algo mucho más rentable que lo que tenemos hoy.