viernes, 3 de agosto de 2007

Cultura, Márketing y Mercado

León ha estrenado recientemente un espacio cultural relevante en el entorno de la Catedral. Se trata del museo de la Fundación Sierra-Pambley, una casa que ha permanecido cerrada durante siglo y medio.
La oferta de este establecimiento comprende dos partes diferentes; cuestión que puede haber contribuido a no valorar lo necesario la vivienda por una insuficiente discriminación entre ambas facetas. Esto explicaría la reducida afluencia de visitantes a ciertas horas. En cualquier caso la acción mercadotécnica, a mi juicio mejorable, se podría replantear, ya que el conjunto de la instalación y el personal, en lo que un servidor ha apreciado, son excelentes.
La casa de Sierra-Pambley es, en primer lugar, uno de los mejores ejemplos de lo que eran los hogares de la clase adinerada culta a mediados del Siglo XIX. Ninguna ciudad del entorno cuenta con algo que se aproxime en calidad. Además, se puede afirmar que existen muy pocos palacetes en España en que se pueda apreciar algo parecido a lo que muestra esta morada.
Tal coyuntura se la debemos a que la vivienda fue dotada de todo lo necesario para la vida de un matrimonio burgués, pero el enlace entre los pretendidos contrayentes no llegó a celebrarse. En consecuencia, en un acto de romántico despecho, la casa fue cerrada intacta y sin uso por el rechazado novio. Tan peculiar circunstancia permitió que el grado de conservación de cuanto en ella se encuentra resulte insólito. Muebles, útiles, moquetas, papeles pintados, etc pueden apreciarse en todo su esplendor. La casa conforma así un conjunto valiosísimo y hermoso, con independencia de quién fuese su dueño.
Es este aspecto, quizás menos intelectual que otros, lo que debiera dar el relieve público que merece a la instalación. Lo que debería ser destacado son los valores de la casa, al margen de Sierra-Pambley y de la Institución Libre de Enseñanza. Es más, sin su actual contenido tendría mucho menos valor, aun cuando hubiese pertenecido a tan conspicuos personajes.
La segunda parte de la oferta del museo es una notable exposición sobre las actividades de la Institución Libre de Enseñanza y el papel del Señor Sierra-Pambley en el krausismo. Sin embargo esta cuestión, que resulta muy atractiva para muchas personas, es minoritaria al estar dirigida a un público culto. Por lo tanto habría que evitar, desde un punto de vista comercial, que la impresionante vivienda quede velada tras un posicionamiento excesivamente intelectual.
En definitiva, quien se acerque a la casa museo de Sierra-Pambley se llevará una agradable sorpresa ante una exposición valiosa, cuidada y bien atendida. Y la sorpresa será fruto de que, con la imagen de que se le ha impregnado, el público potencial probablemente no haya percibido la importancia de la residencia por su valor intrínseco. Valga, por tanto, esta columna como reconocimiento y como sugerencia bienintencionada para que uno de los recursos relevantes de la ciudad de León reciba el aprecio y el aprovechamiento que corresponde a su entidad.

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