domingo, 5 de agosto de 2007

Espuma en Caja España

Caja España es una empresa de gran tamaño e indudable solidez. A esta afirmación, que es poco cuestionable, se le pueden añadir todos los perifollos que uno quiera, aunque no modificarán la cuestión de fondo: se trata de una entidad financiera de larga trayectoria, con personal muy profesionalizado y una dirección experimentada, que sigue la pauta marcada en su plan estratégico.

Sin embargo, una corporación tan grande concita el interés de los grupos de poder si pueden intervenir, aunque sea un poco, en la gestión. Eso les proporciona fotos, espacio para declaraciones en los medios de comunicación y recursos para el beneficio propio o para alimentar sus redes clientelares. Con todo, la acción de estos finalistas del poder influye relativamente poco en lo que es propiamente la marcha del negocio, algo que suele escapar a las capacidades y preparación de muchos de estos “consejeros”.

Por esta razón el ruido que se ha generado en torno a las elecciones en Caja España se parece bastante a un globo: mucho volumen y poco contenido. De hecho, si no hubiesen aparecido los dos presuntos compradores de votos en la convocatoria –el de los cien euros en ésta y el de los relojes de la anterior- poco hubiese quedado de este tumulto mediático que tanto tiempo hace perder a los que consumimos prensa.

Lo cierto es que los intereses por participar en los órganos de la caja leonesa son los mismos que aparecen ante las elecciones de cualquier otra, sea en Burgos, Sevilla o Barcelona. Para los partidos la participación en las cajas supone la posibilidad de proporcionar ayudas a colectivos afines, y también a otros de los que se busca el favor. Además permite acceder con más facilidad a créditos con los que pagar los gastos de la formación correspondiente.

Para diversos miembros de las más altas instancias ha supuesto la obtención de cuantiosos créditos para sus negocios o gastos particulares, empréstitos que hubiesen necesitado de mayores garantías de no haberse solicitado desde dentro de los órganos de dirección. Esta cuestión, de dudoso rigor técnico y ético, era explicada recientemente en el económico Cinco Días, en el que se citaba a varios presidentes de las cajas, entre ellos el de Caja España, que figuraban con importantes créditos de la entidad cuya dirección ejercían.

Sin embargo, tantas astillas son minucias para el volumen de estos mastodontes financieros, que continúan su marcha sin desfallecer, aunque es inevitable que se cultive internamente la desconfianza a tanto concurrente sin una formación adecuada. Dejemos en paz, por tanto, al toro y esperemos que una vez más los tratantes se dediquen a lo suyo, que parece ser repartirse mamporros y guiños, pero sin ruido. Y que el olvido caiga entre los que perdieron demasiados principios en la trifulca.

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