viernes, 31 de agosto de 2007

León y los Vacceos

Hace semanas tenía lugar en Cea una exposición y una serie de actos sobre los vacceos. Éstos constituían uno de los pueblos que los romanos encontraron al llegar a la Península Ibérica junto con muchos otros, como los ástures o los cántabros. El ciclo resultó de especial interés por cuanto los estudios sobre las etnias prerromanas peninsulares son incompletos y escasos.
La colaboración financiera de Caja España sirvió para que el Instituto de Estudios Vacceos “Federico de Wattenberg”, de la Universidad de Valladolid, trajese algunas de las mejores piezas arqueológicas a la sala habilitada para la ocasión. La publicación de un libro y la conferencia de un especialista completaron la parte más técnica y enjundiosa de los actos.
Tras este primer paso se pretende la excavación de algunos castros en torno a Cea y su puesta en valor. En consecuencia, la iniciativa intenta reunir la recuperación de los orígenes con su conocimiento y explotación como un atractivo añadido a los que la zona cuenta. Por lo tanto, se plantea la creación de actividad económica apoyándose en una actividad cultural.
La idea, excelente, se añade a otras de intención similar, como el simposio sobre Alfonso VI en Sahagún, que se desarrolla desde hace pocos años. De hecho muestra un camino para valorizar recursos locales y movilizar a la población en pos de objetivos comunes.
En contraposición, las tesis expuestas por el Instituto de Estudios Vacceos presentan algunas inconsistencias que se resolverán en los próximos años. Por ejemplo, se sostiene que el castro de Cea y algunos otros cercanos son vacceos, pero no se argumenta por qué en la publicación realizada para la ocasión: “En los Límites de la Región Vaccea”. Esto puede ser así, pero hay que demostrarlo.
Además queda la impresión de que los técnicos consideran que la región vaccea es un área definida por ciertas técnicas de trabajo del barro y no por una etnia. Sin embargo las fuentes documentales parecen indicar que existían características diferenciales entre este colectivo y otros en sus formas de organización colectiva. Dado que otros técnicos, como Martín Almagro, opinan que los rasgos de la vida comunal pervivientes actualmente en los pueblos de Iberia se podrían remontar hasta el final de la Edad de Bronce, la tesis del Instituto es discutible. Se constata que todos los núcleos de la zona han mantenido sus rasgos de comunalidad, cosa que no se produce en la Tierra de Campos, hábitat donde se asentaba la cultura vaccea.
Pese a lo expuesto, la iniciativa es loable y tanto el Instituto como la Caja merecen una felicitación. Queda para la curiosidad si en la Universidad de León alguien recogerá el ejemplo y acometerá trabajos similares, sistemáticos y bien divulgados, sobre el vasto y escasamente explorado territorio ástur de León.

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