lunes, 27 de agosto de 2007

Patrimonio Común Recuperado

Un paseo vacacional por las comarcas leonesas nos permite apreciar que en algunas poblaciones se está recuperando el patrimonio arquitectónico. Esto viene a romper con el panorama pesimista que, inevitablemente, se percibía en los últimos años.

Podría referirme a la rehabilitación de ciertos cascos urbanos emblemáticos por las administraciones públicas, pero no es el caso. Se trata de la restauración de viviendas conservando su carácter original, en unos casos, o modificando su estructura interna, en otros, aunque manteniendo su aspecto exterior.

Entre los protagonistas de este proceso de recuperación abundan personas que residen fuera de León y que son capaces de acometer la reforma con una capacidad económica notable. Muestran un gusto por cierto refinamiento, lo que se refleja en el respeto a las tipologías locales y en el detallismo en los remates y decoración de la casa recuperada. Dichos inversores, a veces sin nexo alguno con esta tierra, suelen llegar desde alguna gran ciudad -generalmente Madrid- e invierten en una segunda residencia en la que buscan el placer de la tranquilidad y el ocio.

Los nuevos propietarios no se están asentando en todos los lugares. El pueblo de destino ha de cumplir algunas características. Debe conciliar un buen acceso a las redes de carreteras de gran capacidad con algo de arrinconamiento, de forma que conserve un entorno natural y urbano tradicional. Esto deja fuera muchos de los núcleos de actividad agrícola intensiva, destrozados estéticamente por numerosas casas de arquitectura descuidada.

También es importante que los precios se adecúen a lo que el pueblo ofrece. Los precios desmedidos por casas ubicadas en lugares degradados, tan frecuentes entre nuestros 1400 pueblos, no se toleran entre sujetos que suelen conocer bien el mercado inmobiliario.

Así, el movimiento restaurador se concentra en ciertos núcleos, que se encuentran en fase de transformación. Castrillo de los Polvazares y Puebla de Sanabria son dos ejemplos de cómo pueblos con un buen grado de conservación arquitectónica, que estaban arruinados hace unos años, recuperan el pulso económico y estético. Truchillas es un testimonio de lo que se puede hacer por recuperar las tipologías más populares creando pequeños espacios urbanos que son casi de cuento.

El papel de las instituciones acometiendo la regeneración de los espacios comunes es crucial. También es importante que aporten unas directrices generales de restauración de fachadas. Por otro lado tan necesaria es la normativa como las publicaciones de divulgación con importante apoyo fotográfico, donde se aprecien ejemplos de actuaciones adecuadas.

Hay urgencia en ambas actuaciones, puesto que atravesamos un momento decisivo para la consolidación de estos pueblos como referencia.

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