martes, 21 de agosto de 2007

Reales Alcázares Leoneses

León es una ciudad que ha vivido de espaldas a su pasado más glorioso durante siglos. Los comentarios de los leoneses acerca de la historia capitalina no suelen pasar del tópico y presentan extensas lagunas, fruto de un velado desinterés. Sin embargo no es necesario ser un especialista para intentar adentrarse, siquiera someramente, en los orígenes de esta ciudad.

León es la estructura urbana más compleja que consiguió erigir el esfuerzo colectivo de los cisastures. Conocer a grandes rasgos sus orígenes y su desarrollo es una deuda pendiente con la que nace todo paisano de aquí.

Por otra parte, esta ciudad presenta la posibilidad de convivir con muchos espacios arquitectónicos de diferentes épocas, que fueron forjando lo que hoy es el núcleo del casco urbano. Saber que quien va a misa a San Isidoro asiste a la celebración en la capilla palatina de los reyes de León, o que pasear por la calle Ancha es discurrir por una de las avenidas principales de un campamento romano o que quien observa San Pedro de los Huertos y su entorno disfruta de un conjunto urbano similar a lo que fuera la ciudad medieval es no sólo una cuestión de cultura, sino de gozo.

Por añadidura, en la ciudad se levantaron muchos edificios que actualmente han desaparecido. Uno de ellos es el tercer y último palacio real que tuvo la ciudad. Se trata del real sitio ubicado en el área donde se levantó el gobierno militar en el Siglo XX.

Ese espacio, que reserva algunas de las casas más antiguas de la ciudad tras las murallas de la calle Independencia, estuvo ocupado durante seis siglos por el último palacio real de León. Sus muros fueron derribados a mediados del siglo pasado, y sus restos se trasladaron a almacenes y museos. Ya entonces arrastraba siglos de decadencia y abandono.

Dos profesores universitarios, Campos y Pérez Gil, acaban de publicar un estudio que aborda la evolución del palacio real de León como nunca antes se había hecho. Sucesivamente el primero, en la Plaza del Conde, el segundo, en San Isidoro, y el tercero, ya citado, la sede regia condicionó la estructura de la ciudad desde el Siglo X y se conformó como un centro principal de la vida urbana.

Los autores nos ayudan a recorrer la urbe reconociendo zonas continuamente transitadas que ven desvelado un pasado extraordinario y emocionante. La profunda búsqueda realizada en lo referido a los reales alcázares de la calle Independencia aporta fotos inéditas y citas de interés para cualquier lector.

“El Palacio Real de León” viene a saldar parcialmente la deuda con nuestro pasado, uno de los más relevantes de la Península durante amplios periodos históricos. La obra contribuirá también a una sensibilización hacia nuestro patrimonio, que tanto ha de aportar a la sociedad leonesa en el futuro.

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