lunes, 2 de julio de 2007

Autonomía y Desmemoria

Comentábamos hace unos días que uno de los logros de las estipulaciones políticas del pacto de León ha sido el traslado del desacuerdo autonómico leonés a nivel nacional. Si bien la repercusión obtenida es inferior a lo que pudiera deducirse por la prensa leonesa, el hecho de que se hayan manifestado diversas personalidades nacionales permite escuchar los argumentos de quienes niegan la mayor.

Los recursos más socorridos para devaluar la reivindicación autonómica son que “se inventa un problema donde no lo hay” (Aceves) o que “no se debe variar un esquema de descentralización que ha funcionado” (Guerra), lo que viene a concurrir, vista la simulada ignorancia, en una pose común: “¡no lo toques que ya se me había olvidado!”. Esta desmemoria, tan poco creíble, omite el debate abierto contra la integración leonesa desde el momento mismo de la preautonomía.

Además la inhibición de los medios nacionales les hace cómplices del problema: parece existir un acuerdo tácito para que León sea invisible. Así se interpreta el desprecio de los grandes medios hacia este debate y hacia las manifestaciones proautonomía. Sin embargo no hay empacho en publicar en las mismas fechas concentraciones de unos cientos de asistentes en el País Vasco o Madrid. Toda una coyuntura a la que se quiere dar el marchamo de “normalidad”.

Pero ante el olvido conviene reavivar el recuerdo. La petición de consulta popular de las autoridades leonesas en la transición no deja lugar a dudas sobre la existencia del debate. Las encuestas del momento llevaban a una conclusión: los leoneses querían una autonomía propia. Las manifestaciones posteriores, hasta hoy, son las mayores que se recuerdan junto a la celebrada tras el intento de golpe de estado. Actualmente no hay una causa capaz de concitar tantos apoyos como la petición de autonomía para León. Hay que recordar también las presiones y hasta amenazas a concejales para que votasen a favor de la autonomía con Castilla y las consecuentes revocaciones de acuerdos municipales para desdecirse del apoyo a una autonomía leonesa.

En conclusión, León entró en el estado autonómico con la nariz tapada. Por si fuera poco, ahora parece que algunos se resisten a que se limpie la mugre que metieron debajo de la alfombra. Pese a todo, las circunstancias y las personas cambian, y las generaciones de leoneses que están entrando a gobernar le deben poco a ciertos santones. Podría haber llegado el momento de retirar iconos que parecían intocables. Quizás se pueda divulgar aquellos acuerdos y conversaciones para que los leoneses enmudeciesen, o el episodio repugnante de la visita a los ayuntamientos para “motivarles” a favor de Castilla y León. Por eso los desmemoriados, que lo son por interés, deberían valorar que sin autonomía no hay olvido para toda esa miseria.

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