jueves, 5 de julio de 2007

Razones para una Autonomía

En los últimos días La Crónica ha publicado una encuesta de opinión sobre la autonomía leonesa entre personajes locales. Existe un predominio a favor de la misma. Es notorio también un grupo que prefiere no manifestarse, lo que denota que no se atreve a incomodar al poder establecido, pero no le da su asentimiento. Tras la suma de ambos estratos el resto es minoritario.

Para la minoría que se manifiesta contraria existe un libro, “500 Razones por las que León Tendrá una Autonomía”, que desborda prácticamente cualquier contraargumentación. No obstante merece la pena rebatir las afirmaciones más gruesas de esos entrevistados.

En primer lugar se encuentran los que están en contra del estado autonómico. A este grupo conviene explicarle que el deslumbrante progreso español de los últimos 25 años se debe fundamentalmente a la estructura descentralizada -no a los fondos europeos, como alguno ha dicho-. Otros países han recibido la cantidad proporcional de financiación comunitaria, pero su gestión centralizada causó un resultado frustrante.

El estado autonómico ha provocado una competición entre autonomías a fin de demostrar quién es más eficaz en diversos apartados: atención sanitaria, infraestructuras, promoción económica, ordenación del territorio, generación energética, control de la contaminación, educación, servicios sociales, agricultura, industria, turismo, etc. Aquellas instituciones que no sabían cómo mejorar han copiado a las similares que se mostraron más eficientes. El resultado, un avance económico sin parangón en la Historia de España, sirve para comprobar la necesidad de una gestión local para el progreso global. De este modo se ha alcanzado la constitución de la red de ciudades más equilibrada de Europa respecto a la economía propia.

Otros entrevistados manifestaron que el coste de los gobiernos autonómicos resulta excesivo y que en el caso de León lo sería aún más. Tal afirmación es inconsistente a la luz de los datos. En los dos casos similares al de la Provincia de León por población, Cantabria y Navarra, la evolución demuestra que el coste autonómico es la apuesta pública más rentable jamás realizada en esos territorios. Si se examina La Rioja, con la mitad de población y unos inicios basados en la agricultura, se despejan las últimas dudas: se trata de la locomotora económica de su área. Por añadidura, lo mismo es aplicable a la Comunidad de Aragón, triprovincial e interior, como el País Leonés.

Un último grupo esgrime que León estaría mejor como hasta ahora. Este tesis se derrumba ante la inexistencia de una sola gestión excepcional de la Junta aquí en los últimos 25 años. Por el contrario se prodigan las malas.

Como corolario, se podría reflexionar sobre por qué a los ojos de algunos leoneses su pueblo y su cultura son inferiores a otros.

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