jueves, 26 de julio de 2007

Puñalada Estratégica (II)

Decíamos ayer que resulta inconsistente la prioridad lusitanizante en materia de transportes de las Directrices Esenciales de Castilla y León (DE), documento que va a orientar el gasto público en el futuro. Mucho más si se considera que los puertos de la zona norte portuguesa son claramente menores que sus homólogos españoles de Vigo, La Coruña-Ferrol, Gijón, Santander y Bilbao. Por añadidura, esta opción estratégica perjudica fuertemente a León. ¿A qué obedece entonces tanto interés en priorizar la conexión con Portugal frente a otras oportunidades?
Cuando se acude al capítulo de las DE dedicado al papel de la Autonomía en Europa se empieza a comprender cuál es el objetivo de fondo. Es en ese punto donde se pretende que los corredores estratégicos para el “desarrollo futuro de la comunidad” sean dos. El primero comprendería la Autovía de Castilla, procedente del País Vasco, hasta Salamanca, para internarse en Portugal desde Fuentes de Oñoro. El segundo transcurriría por el corredor del Duero, que iría de la frontera con Tras os Montes hasta Zamora y, tras pasar por Valladolid, llegaría hasta Soria para enlazar con Zaragoza y con el Mediterráneo.
En este segundo caso hay que subrayar que se atraviesan 370 kilómetros, entre Valladolid y Zaragoza, desiertos en su mayor parte. Las mayores poblaciones del trayecto son Aranda de Duero y Soria, que no alcanzan los 35.000 habitantes. Se trata así de un disparate en términos estratégicos y económicos que no ha recibido hasta hoy apoyo económico de Madrid.
En resumen, los dos corredores prioritarios que proponen las Directrices Esenciales de la Junta tienen su centro en la línea Valladolid-Tordesillas, con conexiones hacia Oporto, el País Vasco, Zaragoza y el Mediterráneo. Sólo se puede justificar esa “centralidad” si se dicta como prioritario conectar esta Autonomía con el norte de Portugal, por delante de cualquier interacción con autonomías periféricas más prósperas económicamente. No se trata de que Portugal no sea importante, sino de que, a la luz de los datos, está lejos de ser la apuesta óptima para nuestras tierras.
A partir de este razonamiento parece que muchas de las propuestas allí expresadas cobran nuevo sentido: vienen a suponer que Valladolid coja lo que quiera y que lo que sobre se lo repartan las demás provincias. León es perjudicado por este esquema y su notoria ventaja geoestratégica se minoriza veladamente. Para solapar este trato desequilibrado se citan luego un buen número de “corredores territoriales”, que vienen a llegar donde los otros, los determinantes, no llegaban. Se evidencia así su papel de lenitivo para evitar las protestas.
En consecuencia, los leoneses no debieran aceptar esta encerrona en forma de “Directrices Esenciales” en la que se juega su futuro.

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