viernes, 27 de julio de 2007

Ponferrada y las Edades

“Las Edades del Hombre” es una serie de exposiciones que aprovecha el patrimonio artístico de la Iglesia Católica para realizar una reflexión en torno a un lema. Se puede afirmar que “Yo Camino”, la muestra de este año, que tiene sede en Ponferrada, es uno de los principales acontecimientos culturales de la Provincia Leonesa.
Lo primero que llama la atención en la Basílica de La Encina es la profusión de piezas expuestas, que se antoja superior al de otras ediciones. El recorrido discurre por estancias pequeñas, aunque bien adaptadas. Esto transmite cierta sensación de intimidad en la contemplación, pese a que la muestra es visitada por un alto número de personas. Ambas características, la abundancia de piezas y la intimidad, dan pie a que nos encontremos muy cerca de los objetos mostrados.
Algunos de las obras son de un valor extraordinario, lo que hace que se proporcione una oportunidad única para su disfrute. Además, el montaje de la muestra es brillante y costoso, pues utiliza medios ensayados en otras ediciones y añade, en un recurso ingenioso para enlazar dos espacios, un puente metálico que emula el Camino de Santiago en sus vaivenes, subidas y bajadas. El resultado es una ruptura del ritmo que da una breve pausa al observador.
La muestra está planteada para que muchas visitas puedan ir acompañadas de un guía, lo que permite acceder a información esencial, en tono divulgativo, de la mano de jóvenes profesionales. Se realiza con el apoyo de auriculares, lo que evita extravíos. En definitiva, Las Edades del Hombre es una oportunidad para popularizar el arte y aprender a valorar el patrimonio histórico entre extensas capas de población; estratos que probablemente no hayan tenido muchas oportunidades de acceder a una exposición de tanta calidad.
Por otro lado la muestra también tiene puntos débiles, que es necesario ponderar. Da la impresión de que el esfuerzo publicitario en esta ocasión ha sido menor, lo que reduce la repercusión de la muestra. También hay que subrayar la inconsistencia argumental, que se convierte casi en tradición de esta serie: el hilo conductor que se pretende guíe la exposición está cogido por los pelos. Se da una apariencia de conexión que a mi juicio no existe.
Otro aspecto que resta mérito es la irregularidad de las piezas: al lado de objetos extraordinarios se muestran piezas de un interés menor. Se mezcla lo curioso con lo auténticamente valioso con alguna frecuencia, lo que puede confundir. Por último el audiovisual del final, un sermón multimedia, está desencajado.
Sin embargo el balance final tras la visita es positivo. Por añadidura, Las Edades del Hombre es una oportunidad más para visitar Ponferrada; ciudad que, sometida a una metamorfosis asombrosa, resulta cada vez más acogedora y atractiva.

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