viernes, 6 de julio de 2007

León, Energía y Campo

Tras años de caída en los precios agrícolas, la opinión pública se desinteresó por ese sector. En apariencia el crecimiento de la renta en España sumado a la creciente producción en los países del tercer mundo a costes inferiores había dado al traste con las mejores perspectivas.

El aumento de la productividad en el primer mundo ha sido espectacular, aunque insuficiente para compensar el diferencial de precios con los países pobres. Por ello la Unión Europea se sirvió de la Política Agraria Comunitaria (PAC), que intentaba sostener las cosechas en el mercado interior mediante ayudas. Más tarde, una vez descendía el número de agricultores, la PAC se inclinó hacia el sostenimiento de sus rentas.

Con ello se perseguía varios fines: paliar la crisis que afectaría a un sector de honda raigambre, evitar el drama que se produjese como consecuencia y frenar el despoblamiento del campo en Europa, del que huiría la fuerza laboral hacia las ciudades. Este era el escenario hasta hace apenas cinco años.

Sin embargo las circunstancias han sufrido un cambio profundo. La inestabilidad en la principal zona de producción de petróleo: el Golfo Pérsico, elevó los precios del crudo. También el crecimiento sostenido de China e India, que los ha transformado en consumidores enormes y crecientes de energía, empuja esa tendencia. Además los síntomas del calentamiento global inducen a pensar que los combustibles fósiles tiene algo qué ver en ese proceso.

En esta situación las potencias industriales buscan alternativas para una producción de energía más respetuosa medioambientalmente, menos dependiente del petróleo y técnicamente más diferenciada para ganar ventaja competitiva. Ese es justamente el momento en el que nos encontramos.

Como efecto se acomete la construcción de grandes plantas de biodiesel, alternativa energética a una parte del petróleo. El número de factorías en proyecto crece continuamente. Para alimentar esa maquinaria se requerirá una cantidad ingente de productos agrícolas cuyo origen aún no está claro. Esto ha producido ya trastornos en los mercados y provocó, por ejemplo, una crisis en Méjico por el ascenso desmedido del precio de un alimento básico: el maíz. En resumen, se anticipa una cierta competencia entre cultivos de usos alimentario y energético.

En conclusión, la expectativa de los productos agrícolas con esta doble aptitud es de subida de precios. Esto podría devolver a la rentabilidad la explotación agraria en Europa. Por añadidura la inmadurez de otras alternativas energéticas (solar, hidrógeno, eólica, etc) confirma que la agricultura contempla ante sí un cierto renacimiento.

Para el aprovechamiento de esa coyuntura se debería desarrollar los regadíos de León, así como la gestión del agua, ya que ambos serán decisivos para crecer.

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