domingo, 22 de julio de 2007

La Renovación del PSL

Los tres principales partidos políticos leoneses atraviesan procesos de cambio. Si ahondamos en cualquiera de ellos encontraremos el conflicto entre unas generaciones (décadas 40 y 50) que han ocupado el poder durante los últimos treinta años y otras (décadas 60 y 70) que pugnan por gobernar desde perspectivas nuevas.

Bajo un diagnóstico que ha de tomarse con las reservas propias de cualquier generalización, en esta crisis aflora el choque de una conducta seguidista, instaurada en la transición, contra la necesidad emergente de conciliar lo que piensa la sociedad leonesa con lo que reclaman sus partidos políticos.

El caso del partido socialista leonés y sus diferencias internas sobre el papel geopolítico de León es un ejemplo. Al hilo de esto conviene rememorar que el primer gobierno autonómico fue socialista, con la ayuda de la victoria en León. Sin embargo en la siguiente convocatoria electoral venció el partido popular, con un descenso socialista notable. Sus dirigentes se habían plegado a los deseos de Peces Barba, que pactó esta configuración autonómica, a pesar de que era conocida la voluntad mayoritaria de los leoneses de constituir una autonomía propia. Agotado el primer impulso el partido fue perdiendo apoyo.

Esta laxitud fue asumida como una pose propia del PSL y de cierto “progresismo”, de manera que los derrotados por Aznar en el 87 y sus herederos la dilataron. Al día de hoy los socialistas, con la ayuda del PSL, llevan perdiendo las elecciones autonómicas 20 años. La frase de Villalba afirmando que no había concurrido a las elecciones para ganar trasluce ese espíritu: la ambición de muchos socialistas leoneses es alcanzar la condición de políticos de salón para asimilarse a ciertas élites.

Frente a ese grupo de acomodados ha emergido otro más joven, renovador, cuyo planteamiento político es ganar, para lo que pretenden conectar con las demandas sociales. Entre ellas destaca el reconocimiento político de León, que empieza a configurarse como una cuestión central de la sociedad cisastur.

Las declaraciones de Jiménez, recién designado senador autonómico, advirtiendo que este tema llegará a las cámaras alta y baja de la nación, no son más que un episodio más de este avance regenerador. La respuesta de Villalba ha vuelto a poner de manifiesto los viejos postulados: afirma que Jiménez defenderá lo que decida la ejecutiva autonómica, la misma que perdió las elecciones. En conclusión, para la vieja guardia la opinión de la sociedad no importa. ¿Qué autoridad moral le queda a Villalba en tal coyuntura?

Las fricciones en el PSL continuarán, pero su trayectoria estará marcada por el proceso natural de rejuvenecimiento de cargos. Con el aval de la victoria clara en León la renovación copará ese partido más pronto que tarde.

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